«Santo Domingo»: reunión con vecinos, comerciantes e Instituciones.

01/02/2023

La Vecinal “Santo Domingo” se corresponde con el barrio que lleva dicho nombre. Se ubica en la zona noroeste de la ciudad, entre los barrios Las Lomas (al sur) y Los Troncos (al norte). Forma parte de las barriadas ubicadas a la vera oeste la Av. Gdor. Menchaca, también conocida como Camino Viejo a Esperanza y, como buena parte de esos barrios, se caracteriza por ser una de las zonas más marginales de la ciudad.

Santo Domingo carece de instituciones. Más allá de uno o dos templos evangélicos, y algún comedor, en el barrio no hay nada más que viviendas, todas en condiciones irregulares, salvo un pequeño sector que se corresponde con un plan de viviendas del Movimiento “Los Sin Techo”. Ni siquiera hay Asociación Vecinal, ni sede, ni Comisión conformada.

El Encuentro se realizó en la Copa de Leche del Movimiento “Los Sin Techo”, que no queda estrictamente dentro del barrio. Por encontrarse del lado este de Gdor. Menchaca, su ubicación ya es en Barrio Juventud del Norte. Allí se congregaron muchos vecinos y representantes para hacerse escuchar mediante la Fundación Centro.

Ficha territorial

Ubicación
Límites

Norte: Azcuénaga
Sur: Espora
Este: Gobernador Menchaca
Oeste: Circunvalación Oeste

Nube de problemas detectados

Los problemas de Santo Domingo son de todo tipo. Saltan a la vista y los vecinos lo manifiestan de manera contundente. Se trata, sin lugar a dudas, de uno de los barrios más postergados de la ciudad de Santa Fe.

La situación del barrio es por completo irregular. Nadie tiene escrituras, todas las tierras en su origen fueron ocupadas. La única excepción es el nuevo plan de viviendas del Movimiento “Los Sin Techo”, que fueron tierras donadas por la Municipalidad.

Partiendo de lo más básico, el barrio no tiene agua corriente. Los vecinos afirman que, si bien las instalaciones están, no hay presión. Durante el día, casi no sale agua. A la noche el flujo aumenta un poco, y ese es el momento en el que los vecinos deben llenar recipientes para poder utilizar agua al día siguiente. De esto fuimos testigos, dado que al terminar la reunión fuimos hasta una de las casas para ver el lánguido chorro que salía en una de ellas, estando la manguera incluso al ras del suelo.

Lo mismo pasa con la luz. Hay un tendido que pasa sobre Gobernador Menchaca y otro en el extremo oeste del barrio, en la zona de las ladrilleras. De allí se realizan conexiones clandestinas, a las cuales a su vez se conectan otras y aun otras, llevando cable a cable luz por todo el barrio. La precariedad este esquema es absoluta. Por un lado, la tensión es muy baja. Esto se refleja en la poca potencia con la que iluminan los focos, o en el bajo rendimiento de los electrodomésticos. Un vecino afirma: “Enchufamos la heladera, pero no enfría, el agua sale apenas fresca. En estos días de calor no podemos ni siquiera tener agua fría”. Por el otro, claramente estas conexiones revisten una enorme peligrosidad. Pueden quemar los electrodomésticos y esto, además del daño en sí, puede producir incendios. También hay riesgo de electrocución. Los vecinos piden medidor comunitario, poder pagar y tener un servicio como corresponde. Al respecto, los vecinos advierten un prejuicio. Señalan: “nosotros estamos dispuestos a pagar con un medidor social, pero lo cierto es que nos ven y dicen «estos no van a pagar»”.

El barrio tampoco tiene gas natural ni cloacas. Y tampoco hay servicio de cable o conectividad a Internet, salvo alguna que otra excepción por sistema de radioenlace. Cuando se le pregunta la gente “¿qué miran en la tele?”, responden “vemos los canales 9 o 13, que son gratuitos”. La marginalidad en esta materia también es total.

Las calles son todas de tierra. El barrio no cuenta con sistema de desagües, es decir, no hay zanjas. Sin embargo, esto no representa un problema importante, puesto que la tierra es más bien como una arena que filtra, y además hay una pendiente que corre hacia el zanjón de Gdor. Menchaca donde el agua termina de escurrirse. Al respecto del zanjón, una observación importante es que a la altura de Santo Domingo todavía no está ni siquiera empezada la obra que convertirá ese lugar en un moderno boulevard. La misma ya está terminada a la altura de Los Troncos y empezada a la altura de Las Lomas. Es de prever que próximamente comience en Santo Domingo, y eso sin dudas le cambiará la fisionomía al menos a la fachada de quienes viven allí y en las inmediaciones. En efecto, hoy es un zanjón lleno de basura, aguas servidas, insectos y roedores. Claramente, será importante en esta obra el sistema de desagües, para que el agua que hoy drena al zanjón pueda tener un cauce. También será fundamental pensar un esquema de disposición de residuos sólidos urbanos, ya que hoy hay muchos vecinos que tiran su basura allí.

Sin embargo, un problema grave en relación a la lluvia es que las calles se empantanan y se hace imposible transitar, incluso a pie. Cuando llueve la gente queda encerrada en sus casas. El otro problema en relación a las calles es que están en muy mal estado. Son de tierra y “la máquina pasa de vez en cuando”, lo que también hace que sea difícil transitarlas cuando están secas. Otra dificultad es la de falta de regadores. Durante la misma reunión se desató un fuerte viento que nos permitió advertir la cantidad de tierra que vuela al no estar humedecida, lo que afecta notablemente la calidad de vida de las personas, al ser una circunstancia que se vive de manera constante.

En materia de salud, el barrio no tiene Centro de Salud. Van al de Las Lomas, al de Juventud del Norte o incluso al de Acería. En general señalan que hay una buena atención, pero con la limitante de que cierran a las 15.00 hs.

En relación a la educación, tampoco hay escuelas ni instituciones educativas de ningún tipo. Muchos chicos van a la Escuela Ballarini, de Barrio Cabal. También está cerca la Escuela 8 de Marzo de Las Lomas o las escuelas del Barrio Los Troncos. Sin embargo, como ya se dijo, “cuando llueve es imposible ir”. Además, si bien muchos prefieren la Ballarini – por lo que cuentan los vecinos – la misma se encuentra lejos. Los chicos deben atravesar Santo Domingo, Juventud del Norte y Scarafía hasta llegar al límite del Barrio Cabal, en la calle Vieytes.

Este esquema de marginalidad se repite en materia de transporte. El colectivo que pasa más cerca es la Línea 1, en la esquina de Ayacucho y Cafferata. Para la mayoría de los vecinos son al menos 10 o 15 cuadras. Después del 1, el resto son los que van por Av. Blas Parera, en donde estamos hablando de la misma distancia o más. Lo propio pasa con la actividad comercial. En el barrio solo se consiguen productos básicos de alimentación e higiene personal.

A diferencia de casi todos los barrios de la ciudad, en Santo Domingo no hay recolección de basura. La gente tira la basura al zanjón o quema. Asumen con naturalidad la idea de quemar basura: “no queda otra, si no te tapa la mugre”. Sin embargo, de vez en cuando pasa la maquina que junta los microbasurales. Los vecinos, como en muchas partes de la ciudad, coinciden en que sería bueno que haya contenedores.

Otro problema grave es que las calles no tienen ni numeración ni nominación. Como dijo una vecina en el Encuentro de Las Lomas, donde el fenómeno se replica: “no sé dónde vivo, no puedo recibir cartas ni facturas, no puedo decirle a alguien como llegar a mi casa”.

En materia de seguridad, el barrio no tiene comisaría ni destacamento. La más cercana es la Sub 12da de Barrio Los Troncos. Afirman que la policía no pasa, y que a causa de la inseguridad o el temor no entra la ambulancia. “Los vecinos nos cuidamos entre nosotros”, dicen. Y sostienen que, en general, dentro del propio barrio no pasa nada. El problema es que quienes roban en las inmediaciones de la Av. Blas Parera huyen a Santo Domingo para refugiarse allí. Esto genera un estigma sobre el barrio que los vecinos quisieran desmitificar.

De hecho, la mayoría de la gente en el barrio trabaja. Son todos trabajos informales y precarios, que sirven para llevar el pan de cada día a la casa. La mayoría son changarines, carreros y chatarreros. Un vecino cuenta “cirujea” y que durante la misma actividad si encuentra en la basura alimentos en buen estado se los lleva para poder comer. Algunos de los asistentes trabajan en la chatarrería y dan detalles del precio de los materiales que se comercializan. Al momento de la reunión, señalan: $25 el kg. de cartón, $15 el kg. de vidrio y $1.100 el kg. de cobre. Los vecinos dicen que “hace falta trabajo”, y que sería bueno que hubiese al menos una cooperativa a tales fines y formación en oficios.

Los vecinos lamentan que hay mucha venta y consumo de drogas, especialmente entre los jóvenes. Esto también trae como consecuencia enfrentamientos a tiros, que los padecen todos los que viven en el barrio. Otro fenómeno que fomenta la violencia es el hacinamiento, ya que hay casas donde viven varias familias juntas.

En el barrio no hay actividades culturales ni deportivas. No hay lugares de apoyo escolar. “No hay nada”, sintetizan. Los chicos juegan al fútbol en los espacios verdes que encuentran, que más hacia el oeste del barrio son abundantes. De hecho, la geografía del barrio en su extremo oeste se asemeja más a un paisaje rural que urbano.

Una particularidad del barrio es que en el corazón del mismo hay una pista de tierra que se utiliza para carreras de caballos y galgos. Esta es una actividad ilegal. Organizarlas constituye un delito federal. Los vecinos dicen que, allende de esto, no es una actividad que el barrio usufructúe. “Viene gente de afuera”, dicen, y cuentan que solo la entrada cuesta $1.500 y que las apuestas parecen ser elevadas.