«Santa Fe 450» encuentro en Vecinal «Yapeyú Oeste»

27/04/2023

La Vecinal «Yapeyú Oeste» coincide con la zona conocida como Barrio «San Agustín II», que a su vez se divide en sectores como «La Ranita» y «La Tablada». Estos barrios forman parte de la zona noroeste de la ciudad de Santa Fe.

En esta área se encuentran los jardines «San Agustín», «La Ranita» y «Enrique Mutis». Además, destacan la Escuela Primaria «Luis Ravera», la Seccional 7ma. de policía y la Parroquia San Agustín, bajo el liderazgo del Padre Axel Arginchona. También contamos con la presencia activa de la Asociación Vecinal «Yapeyú Oeste».

El Encuentro con Fundación Centro tuvo lugar en la casa de un vecino de «La Ranita» y contó con la participación de vecinos de la zona. Nuestro representante, el profesor Pedro Medei, estuvo presente en el evento.

 

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Ficha territorial

Ubicación
Límites

Norte: Av. Tte. Loza
Sur: Chubut
Este: S.N.
Oeste: Diagonal Obligado

Nube de problemas detectados

La zona enfrenta múltiples problemas y falencias. Conviene, de hecho, comenzar destacando lo que sí hay, que es una buena calidad de luminarias públicas, puesto que la zona se ha visto beneficiada por un plan de instalación de luces LED, lo que hace que la calidad de las luminarias públicas sea muy buena.

Por fuera de esto, prácticamente en el barrio no hay nada. En cuanto a los servicios, no hay gas natural ni cloacas, pero tampoco agua corriente o luz eléctrica de calidad. Los vecinos afirman que el agua “no sale”, y que cuando sale “es amarilla”. La mayor presión es durante la noche, y por eso hay vecinos que juntan agua por la noche para tener durante el día. Una zona del barrio ha sido recientemente conectada (una semana antes de la reunión) a la red, y afirman que la calidad del servicio a partir de la conexión a la red es muy bueno. En cuanto a la electricidad, no hay medidores comunitarios. Los aparatos están, pero la red no está conectada. En definitiva, los vecinos tienen conexiones clandestinas que les dan muy baja tensión, lo que dificulta el uso de electrodomésticos, o resulta peligroso a la hora de utilizarlos.

Esta situación de las conexiones clandestinas genera también una realidad muy particular del barrio, que son cables a muy baja altura. Cuando decimos a muy baja altura nos referimos a cables que atraviesan la calle de lado a lado a menos de 2 mts. Esto imposibilita el acceso del camión recolector, de cualquier colectivo que “quisiese” entrar y también de cualquier vehículo de porte superior al de un auto común. Ello impide la provisión de almacenes y kioscos con mercadería. Esta circunstancia se ve agravada por el pésimo estado de las calles, que son de tierra y sin ningún tipo de mejorado, difíciles de transita secas e imposible cuando llueve. Este combo genera una importante marginalidad de servicios básicos como los mencionados, o del acceso a bienes comerciales también básicos.

El resultado, en materia de residuos sólidos urbanos, es que la gente saca la basura a la Av. Teniente Loza. Eso genera gran acumulación de basura allí. En cuanto al transporte, también por Teniente Loza circula el único colectivo, que es la Línea 15. La otra alternativa en esta materia es la Línea 5, que va por Av. 12 de Octubre. La cuestión es que, a pesar de que sean pocas cuadras, cuando llueve es imposible llegar. Las calles no tienen veredas y el estado es el que ya describimos. A esto se suma que el zanjeo no es bueno. En muchos casos está tapado por basura o por los propios vecinos que hicieron vereda en la fachada de su casa. Eso hace que las calles se inunden y en muchos casos las casas también. Por eso, cuando llueve el barrio es prácticamente imposible de transitar a pie. “Se convierte en un chiquero”, afirman.

El entorno, en general, es de casas precarias.

En materia de seguridad los vecinos afirman que “la policía no viene”. De hecho, dicen, desde que se reabrió la Comisaría 7ma no cambió nada. Sostienen que hay tiroteos todos los días, y esto se debe a discrepancias entre vecinos y familias, o a bandas criminales que se enfrentan. Uno de los factores fundamentales en este aspecto es la proliferación de la venta de droga en el barrio, lo que afecta desde el punto de vista de la seguridad y también de la salud. También hay muchos robos a las instituciones, que hacen como pueden para subsistir. Por ejemplo, a la Escuela Ravera le han robado todas las rejas que habían instalado. Otra situación particular que se vive en esta materia, es que en ocasiones hay grupos que prenden fuego en la Av. Teniente Loza para detener a los autos y “cobrar peaje”. También hay asaltos en las calles, especialmente a los chicos cuando van o vuelven de la escuela, y a la gente que sale temprano a trabajar o vuelve tarde. Otro aspecto de gravedad es que “es imposible dejar la casa sola”. Hay grupos vigilando que las usurpan.  Y también es imposible denunciar, porque los vecinos aseguran que la información se filtra y hay represalias. Una vecina cuenta que su nieto tiene 6 años y una bala perdida impactó en su brazo.

En relación a la salud, también la situación es precaria. Los vecinos deben ir al Centro de Salud que les corresponde según su domicilio. Así, algunos van al de San Agustín, otros al de Yapeyú. En todos los casos es lo mismo. Dicen que hay que ir a las 4 a.m. o antes para conseguir turno. Dan 25 turnos por día y no alcanza. En Yapeyú, según se contó en otra reunión, han implementado un esquema de entrega de turnos por la tarde. Lo cierto es que se repite el mismo panorama que en toda la ciudad: filas a la madrugada para no conseguir turnos, y los turnos de especialidades son con al menos un mes de demora. Además, sin la derivación del Centro de Salud no pueden ir al hospital, por lo que se convierte en un círculo vicioso que en definitiva deja a los vecinos sin esta prestación fundamental. Los resultados son hechos como el siguiente: “Hace 5 años que ando con un problema del estómago y me tienen a las vueltas”, afirma una vecina. Son este tipo de hechos que deben movernos a reflexionar sobre la importancia de una atención preventiva de la salud, y de la enorme marginalidad que padecen aquellos que tienen este acceso precario al sistema. Algunos vecinos optan por ir al Hospital Protomédico, en la vecina ciudad de Recreo.

En cuanto a la educación, en el barrio están presentes las instituciones que se mencionaron: tres jardines (nivel inicial) y una escuela primaria. Los chicos y las chicas del barrio confluyen allí, y para la escuela media van a las del complejo educativo que queda sobre la Av. 12 de Octubre, especialmente la N° 265 – de gestión oficial – y el E.E.M.P.A. o la Primaria para Adultos allí ubicados. El contexto de las condiciones de vida explicitadas dificulta mucho la asistencia de los chicos y los jóvenes a las escuelas.

En cuanto a las fuentes laborales, muchos residentes del barrio encuentran empleo en el Mercado de Abasto, mientras que otros realizan trabajos ocasionales. Lamentablemente, el barrio atraviesa una situación social crítica, evidenciada por la alta demanda de comedores y merenderos, como el ofrecido por el Movimiento Los Sin Techo y la Asociación Vecinal. Los vecinos reconocen y valoran el trabajo de estas instituciones, pero lamentablemente señalan la ausencia de apoyo por parte del Estado.

En cuanto a oportunidades culturales, el barrio carece de ellas, y en materia deportiva, el Polideportivo de Av. Teniente Loza es la única opción disponible. Sin embargo, los vecinos afirman que, a pesar de realizar numerosos reclamos, no reciben respuestas por parte de las autoridades municipales.

En términos de conectividad, un vecino proporciona el servicio de cable, pero su calidad es deficiente y tiene un costo de $1.500. En la práctica, los vecinos afirman que es como no tener cable. En cuanto a Internet, una vecina relata que utiliza el servicio de Personal y paga $5.500 mensuales. Destaca la importancia de Internet para las tareas escolares de los niños y como forma de entretenimiento, ya que prefiere que estén ocupados en casa en lugar de jugar en las peligrosas calles afectadas por incidentes violentos.

Por último, como le señalan al profesor Medei, los vecinos destacan la necesidad de contar con una plaza en condiciones seguras para los niños y señalan que la falta de higiene ha dado lugar a la proliferación de mosquitos y roedores en el área. Es fundamental abordar estas problemáticas para mejorar la calidad de vida de la comunidad.